Toda exteriorización religiosa, si un previo cambio interior, no es nada mas y nada menos que pura religión, hueca y vacía, sin espiritualidad; carente de una experiencia directa con Dios que no conduce a una transformación, sino a un mero e inútil formalismo. Podemos levantar las manos y en nuestro corazón, seguir resistiendo al Espíritu Santo. Podemos tomar la cena del Señor, sin discernir verdaderamente el cuerpo de Cristo, y estar con falta de perdón hacia algún hermano; podemos bautizarnos sin aún estar dispuesto a identificarnos con la muerte y la resurrección de Cristo. Toda estas clase de actos externos, sin realmente un cambio internos, son vanos e hipócritas.
Hernán García Romero.